viernes, 29 de julio de 2011

Los alimentos para el ser humano


EL SER HUMANO puede ingerir a modo de alimento casi cualquier cosa, desde secreciones mamarias (leche) hasta cristales minerales (sal común), pasando por frutos, flores, semillas, tallos, hojas, raíces, algas, hongos, huevos de peces o de aves, y cuerpos muertos de diversos animales.
Todos estos productos más o menos proce­sados, dan lugar a los miles de alimentos dife­rentes que se expenden en el comercio.
El hecho de que podamos comer toda esta variedad de alimentos, ¿significa que son to­dos ellos igualmente aptos para el consumo humano?¿Existe acaso una alimentación idónea para los humanos, que además de nutrir conserve ¡a salud y evite las enfer­medades?
Casualidad o proyecto inteligente
El ingeniero ha terminado su trabajo. El re­luciente motor acabado de construir se halla sobre el banco de pruebas, a punto de funcio­nar por primera vez.
-Aquí está e\ tipo de combustible que se de­be emplear para este motor -dice el ingeniero a sus colaboradores-. Ningún otro dará un re­sultado óptimo. ¡Ah, y no os olvidéis del acei­te: tiene que ser precisamente de esta clase!
Solamente quien haya proyectado y construi­do un motor podrá recomendar con pleno co­nocimiento de causa el tipo de combustible y de aceite que su mecanismo necesita.
Alimentos especialmente recomendados
¿Y qué ocurre con el ser humano? Si su apa­rición en el planeta Tierra es una consecuencia casual e imprevista del azar evolutivo, entonces no debería existir para él una alimentación idó­nea; simplemente, se habría ido adaptando a los alimentos disponibles, y con cualesquiera que estos fueran, acabaría funcionando bien y gozando de buena salud.
Sin embargo, si el ser humano ha sido crea­do por una Inteligencia superior, de acuerdo a un plan y con un propósito, debería haber tam­bién unos alimentos especialmente creados pa­ra su buen funcionamiento fisiológico. Muchos creyentes encuentran la respuesta a estos inte­rrogantes en los primeros capítulos del Géne­sis, donde se dice que las hierbas que dan semi­llas, es decir, los cereales y en sentido amplio también las legumbres, los frutos de los árbo­les,1 y las verduras y hortalizas que se aña­dieron después,2 constituyen la dieta idónea para la especie humana.
Adaptación sí,
pero sin prescindir
de los alimentos necesarios
El ser humano posee una gran capacidad de adaptación fisiológica a diversos tipos de ali­mentación. A pesar de ello, la ciencia de la nu­trición nos muestra que existen ciertos alimen­tos de los cuales no se puede prescindir, como son las frutas y las verduras y horta­lizas frescas. Cualquier dieta no puede pro­porcionar buena salud. Por mucho que nos adaptemos a ciertos alimentos que no son los ideales, como ocurre con los de origen animal, seguimos necesitando los vegetales, que son precisamente los más saludables e idóneos. Así, por ejemplo, los esquimales de Alaska, que se han adaptado a una dieta rica en pescado, su fren de numerosas enfermedades crónicas de­bido a su escasa ingesta de fruta y hortalizas.3
Los alimentos vegetales, fuente de salud y de poder curativo
En los últimos años se está produciendo un número rápidamente creciente de descubri­mientos científicos en relación con los alimen­tos de origen vegetal. A medida que se han per­feccionado los métodos de análisis químico, se ha ido comprobando que en las frutas, cerea­les, legumbres y hortalizas existen, además de nutrientes como en cualquier otro alimento, dos tipos de compuestos que no se hallan en los alimentos de origen animal:
     antioxidantes (ciertos minerales y vita­minas).
     elementos fitoquímicos de acción curativa.
Muchos científicos se preguntan por el ori­gen y el significado de estas sustancias benefi­ciosas en los vegetales. ¿Por qué las nece­sita el ser humano para su salud?¿Por qué continúa necesitándolas incluso después de haberse adaptado durante siglos o mile­nios a una alimentación carnívora, como es el caso de ¡os esquimales? ¿A qué se debe que exista una dieta ideal para ¡a salud de los humanos?
Dos opciones...
Hay quien piensa que la humanidad se encon­tró, como fruto de la mera casualidad, con plan­tas y alimentos vegetales dotados de poder cu­rativo. De forma espontánea, mucho antes de que existiéramos, estos vegetales habrían evo­lucionado hasta ser capaces de sintetizar preci­samente aquellas sustancias que nutrirían y cu­rarían a los seres humanos que iban a aparecer después.
Pero también podemos pensar, con no me­nos nivel de racionalidad, que existe un plan in­teligente trazado por un Ser superior, que creó al hombre y a la mujer, y les proveyó el "com­bustible" idóneo: los alimentos vegetales.
Sin duda que muchas cosas han pasado des­de entonces. Así que, en el estado actual de la naturaleza y de la humanidad, los alimentos de origen animal pueden llegar a ser nece­sarios en algunos casos: aunque nunca im­prescindibles. Sin embargo, la base de la ali­mentación humana, así como la mayor fuente de productos salutíferos, continúan siendo la fruta, los cereales, las semillas, y las verduras y hortalizas , excepto claro esta, en la primera fase de la vida (la lactancia materna)

No hay comentarios:

Publicar un comentario